Hace unas semanas leía Sensación térmica, de la mexicana Mayte López (si alguna vez, por lo que sea, me reseñan en otro país, me sonará rarísimo eso de la española Marina Jiménez). De repente, el relato se quebró de forma abrupta. La primera palabra de la siguiente página no encajaba con la última de la anterior, ni gramatical ni discursivamente. No entendía qué pasaba, así que activé el protocolo de la ignorancia.
Restos de un naufragio
Restos de un naufragio
Restos de un naufragio
Hace unas semanas leía Sensación térmica, de la mexicana Mayte López (si alguna vez, por lo que sea, me reseñan en otro país, me sonará rarísimo eso de la española Marina Jiménez). De repente, el relato se quebró de forma abrupta. La primera palabra de la siguiente página no encajaba con la última de la anterior, ni gramatical ni discursivamente. No entendía qué pasaba, así que activé el protocolo de la ignorancia.