En el arranque de Los días perfectos (Jacobo Bergareche, Libros del Asteroide), Luis, el protagonista, confiesa que los momentos de felicidad más reales que ha vivido en el último año son los que pasa cada noche con Carmen, su niña. En uno de esos pequeños rituales sobre los que se levanta la vida, ambos simulan una batalla a la que llaman cariñosamente la guerra y que no es más que un juego de cosquillas y carcajadas. Pero la felicidad siempre tiene un lado sombrío y Luis comprende que tarde o temprano Carmen crecerá y pensará que ser mayor tiene que ver con alejarse, por eso cada noche se pregunta si aquel momento de mágica felicidad no será, en realidad, el último.
La felicidad lleva escondida entre sus faldas la última vez y esa es la base misma de su existencia, que uno nunca puede saber cuál será la última noche que nuestro hijo querrá jugar antes de dormir, ni después de qué beso ya no habrá más besos, ni qué aeropuerto será testigo del último viaje de un amor, ni cuál será la palabra final que uno pronuncie. Quizás, en el fondo, sea mejor así: hablar, reír, sentir y bailar desatados en la pista de la ignorancia, diciendo hasta luego hasta que un día sea adiós. Vivamos al máximo cada momento, por si acaso.
(*) Mi primera recomendación es precisamente este libro. A través de la lectura de unas cartas que Faulkner compartió con su amante, el protagonista va relatando su propia vida y reflexionando sobre la evolución del amor.
(*) Javier Aznar ha entrevistado a otro gran Javier, en este caso Gomá, mi filósofo de cabecera. He recordado que yo también lo entrevisté, salvando las distancias, hace años.
(*) Muy muy recomendable G.E.O. Más allá del límite, el documental de Amazon Prime sobre el entrenamiento de este cuerpo policial de elite.
Me despido con la cita de la semana, directamente de los labios de Abderramán III:
He reinado ya más de cincuenta años en la victoria o en la paz, amado por mis súbditos, temidos por mis enemigos y respetado por mis aliados. Riquezas y honores, poder y placer, estaban a mi disposición, ninguna bendición terrenal parecía estar fuera del alcance de mis deseos. En este predicamento, conté diligentemente los días de pura y genuina felicidad que me tocaron; ascienden a catorce.
Gracias por leerme.
Feliz semana.
Las últimas veces nunca saben que lo son
Tus palabras subrayan en esta newsletter aquello que de verdad hace que la vida valga la pena. Gracias con RE-CORDAR (que viene de RE-CARDIO, "re-corazón"). Me voy a contar un día más.
Impecable! Las últimas veces tienen ese toque "especial", son ingenuas por el mero hecho de ser las últimas...