El amor es siempre una nueva palabra
Las anécdotas, las confesiones y confidencias van tejiendo una gruesa capa que, con el tiempo, va cubriendo a dos personas
Ana llegó al hospital, miró la habitación que le habían asignado y la valoró con un solo adjetivo: decorosa. Este hecho no tendría nada de especial si no fuera porque refleja algo que sí lo es: amar es una forma de entender. «Con la palabra decorosa designaba las cosas desnudas, despojadas, funcionales, ni feas, ni bonitas, hechas para servir», explica su marido. Su marido no era otro que Miguel Delibes y este relato forma parte de Señora de rojo sobre fondo gris.
Este fragmento me recordó algo una vez leí: empezar una relación es crear un nuevo lenguaje. Las anécdotas, las experiencias, las confesiones y confidencias van tejiendo una gruesa capa que, con el tiempo, va cubriendo a dos personas. Nace así un código solo de dos, un lenguaje común que nos abraza y nos abriga. Contaba Paz Padilla en Mi casa es la tuya cómo durante la enfermedad de su marido habían inventado una forma de decirse «te quiero» sin hablar.
Quizás se trate de eso: uno se olvida de cómo empezó todo, de cómo surgió ese primer acto verbal cómplice y hasta de con quién puso el primer ladrillo de ese lenguaje compartido, pero nunca olvida las entradas de ese diccionario.
La coreografía de la mente es autónoma y, durante años, sigue asociando puntos a su manera, rebelde, imbatible, esquiva, inasible. Por eso olvidamos la piel, olvidamos los labios, olvidamos los momentos, pero no hay quien se saque de la cabeza las palabras compartidas.
No quiero terminar esta carta sin recordar otro de los fragmentos de Señora de rojo sobre fondo gris, probablemente una de las definiciones más bonitas del amor cuando ya es calma:
Las más de las veces, callábamos. Nos bastaba con mirarnos y sabernos. Nada nos importaban los silencios. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad.